¿Quién teme a la fiscal Camargo?
La política colombiana es un
tablero de ajedrez donde cada movimiento esconde múltiples intenciones. En las últimas
semanas, un caso en particular ha capturado la atención y levantado cejas: la
aparente campaña para remover a la Fiscal General de la República, Luz Adriana
Camargo. La pregunta que resuena en los pasillos del poder y en las
conversaciones ciudadanas es: ¿Quién se beneficia de su salida y, más
importante, a quién se busca proteger?
Por: Jefferson Montaño Palacio
El maestro y periodista
Gonzalo Guillen, reconocido por su agudeza crítica, ha puesto el dedo en la
llaga al señalar que el Consejo de Estado estaría buscando instalar al
vicefiscal Gilberto Javier Guerrero, quien, según Guillen, mantiene “”
relaciones muy cercanas y comunicación con el famoso Diego Marín “Papa Pitufo”.
Esta conexión, de ser cierta,
arroja una sombra de dudas sobre la independencia de la justicia colombiana y sugiere
un interés en desviar investigaciones cruciales. La curiosidad radica aquí en
la celeridad y la manipulación mediática detrás de este movimiento, especialmente,
cuando se leen entre líneas las motivaciones. El elefante en la habitación, o
más bien, el silencio ensordecedor, es la actitud de Álvaro Uribe Vélez frente
al atentado contra Miguel Uribe Turbay.
Su habitual tono de viejecito
digno y sereno ha sido reemplazado por un mutismo que, para muchos, es más
elocuente que cualquier declaración. ¿Acaso teme Uribe Vélez que la investigación
de la Fiscal Camargo, de continuar su curso, llegue a las personas que dieron
la orden del atentado, acercándose quizás demasiado a su propio círculo político
o a temas que lo incomodan en su actual juicio? La suspicacia no es gratuita en
un país acostumbrado a los vaivenes de figuras políticas de alto calado.
Estas coincidencias de estos
movimientos con la insistencia del presidente Gustavo Petro Urrego, en cuanto a
que los ministerios ejecuten sus presupuestos y lleven las inversiones a las
regiones más abandonadas como (Chocó, Nariño, Valle del Cauca, Cauca, Vichada, Vaupés,
la Amazonia y el Caribe) es, por lo menos, llamativa. Mientras el presidente
Petro busca descentralizar y llevar la presencia estatal a territorios históricamente
marginados, la atención mediática se desvía hacia una posible crisis en la Fiscalía.
¿Es una táctica de distracción o simplemente una muestra de las prioridades
divergentes en el ajedrez político?
La curiosidad de esta “nueva
estrategia de la derecha”, como se intuye en la situación, radica en su sutileza
y en la forma en que parece utilizar las instituciones para sus propios fines.
Si la intención es “tumbar” a la Fiscal Luz Adriana Camargo, para evitar que se
llegue al autor intelectual del atentado contra el senador Miguel Uribe Turbay,
se estaría utilizando el poder judicial como un escudo, una practica lamentablemente
recurrente en la historia política del país. El Consejo de Estado, una institución
que debería velar por la legalidad y la justicia, ¿Esta realmente jugando sucio”,
como sugiere el maestro Guillen?
Colombia merece una justicia
trasparente e imparcial, libre de las inferencias políticas y de los juegos de
poder que tanto han afectado su credibilidad. El silencio de algunos, la
celeridad de otros y la aparente intención de manipular las altas cortes para
proteger intereses específicos, son señales de alarma.
Es imperativo que la ciudadanía
permanezca vigilante y erija claridad sobre estos movimientos, porque el futuro
de la justicia colombiana y, con ella, la democracia, esta en juego.
¿Qué otras aristas o narrativa
creen se debería explorar en esta compleja situación como un juego de ajedrez político
en Colombia?
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