La institucionalización del
Movimiento Negro Afrodescendiente
En
muchos países, algunos liderazgos del movimiento negro afrodescendiente siguen
concentrados en debates sobre la romantización del continente africano o en la
participación en foros internacionales de Naciones Unidas y de organismos como
la OEA. Sin embargo, la realidad en América Latina muestra un panorama muy
distinto: los pueblos afrodescendientes continúan atrapados en la pobreza
estructural y extrema.
Por: Miguel Ángel Pereira Guadalupe
Las cifras oficiales de los distintos
Estados son contundentes: la desigualdad se profundiza y las brechas
socioeconómicas crecen en todos los indicadores de bienestar social. Al mismo
tiempo, el odio racial hacia las poblaciones negras se intensifica. Ningún
indicador muestra avances sostenidos en el cumplimiento de los derechos
individuales y colectivos de manera satisfactoria.
Mientras se discute sobre reparaciones
históricas desde un enfoque meramente teórico —la llamada “sexta región de
África” o la Declaración de los Afrodescendientes—, la vida cotidiana de
millones de familias negras sigue marcada por la exclusión. En países como
Uruguay, cerca del 50% de los niños y niñas afrodescendientes habitan hogares
históricamente empobrecidos. La pregunta es inevitable: ¿Cuáles son las
propuestas concretas para transformar esta realidad? ¿Qué políticas públicas se
han diseñado para cerrar de manera efectiva las brechas raciales? ¿Qué
presupuestos reales se destinan a enfrentar esta deuda histórica?
A ello se suman interrogantes aún más
urgentes. ¿Es posible hablar de la Declaración de los Pueblos Afrodescendientes
mientras en Haití persiste el sufrimiento de la población negra, atrapada en un
colonialismo histórico que se recicla con violencia? ¿Cuál es la legitimidad
del Sistema de Naciones Unidas cuando en Palestina siguen muriendo niñas y
niños inocentes bajo un régimen de ocupación? ¿Estamos, como liderazgos
afrodescendientes, asumiendo posturas críticas y coherentes frente a estas
realidades, o la institucionalización de nuestro movimiento ha limitado nuestra
capacidad de interpelar desde principios antirracistas, antiimperialistas y
antipatriarcales?
Este debate no se reduce a ideologías de
izquierda o derecha. Se trata de principios irrenunciables. Frantz Fanon,
Angela Davis o Patrice Lumumba nunca pidieron permiso para confrontar al poder
hegemónico blanco; sus luchas fueron claras y radicales contra la opresión y la
subalternización.
En un mundo multipolar, profundamente
polarizado, ¿Qué rol jugamos los afrodescendientes? ¿Nos concebimos como una
isla aislada de los serios problemas globales, o entendemos que nuestro destino
también está atravesado por las luchas contra el extractivismo, el
neocolonialismo y el cambio climático que arrasan con nuestros territorios,
obligan a desplazamientos forzados, destruyen la biodiversidad y condenan a
nuestras comunidades a la marginalidad?
Como
militante negro afrodescendiente, sigo indignado frente a las injusticias que
atraviesan nuestros pueblos, la tragedia de Haití y los genocidios que
persisten en el mundo, como el que vive Palestina. Es hora de hablar de todas
estas realidades: las de “los condenados y condenadas de la tierra”. No
necesitamos escuchar los discursos de los mandatarios en la Asamblea de Naciones
Unidas para reconocer que las relaciones multilaterales y los mecanismos de
gobernanza global han fracasado en brindar soluciones reales.
Miguel Ángel Pereira Guadalupe
Activista y Exgerente
de Cooperación Internacional y Consultor Externo de la ONG Every Child en Perú.
Exdirector general y coordinador general de Organizaciones Mundo Afro.
Exjefe del Departamento de Afrodescendencia del Ministerio de Desarrollo Social
de Uruguay. Asesor en Políticas Étnico-raciales, Gobierno Departamental de
Montevideo. Responsable del programa radial “La voz de la comunidad”.
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