Alejandro Eder: un alcalde desconectado
La gestión de Alejandro Eder
Garcés, alcalde de Cali, ha estado marcada por decisiones cuestionables y una
desconexión evidente con las necesidades de los caleños. Mientras algunos
sectores celebran logros discutibles, como la reducción de homicidios en 2024,
una cifra que se presenta como histórica, muchos ciudadanos percibimos esta
estadística como un espejismo multipolar; se está organizando su revocatoria
del mandato ante ésta nos sumamos desde ya.
Por: Jefferson Montaño Palacio
La seguridad, un panorama alarmante.
La administración de Eder se
ha centrado en presentar números que, aunque mejoren en comparación con años
anteriores, no reflejan la experiencia diaria de los caleños. La masacre
ocurrida recientemente en el Bulevar de Oriente pone en evidencia la fragilidad
de la estrategia de seguridad en su gestión. Si bien es cierto que la cifra de
homicidios en 2024, fue la más baja en 31 años, con 940 casos, esto no es un
consuelo para sacar pecho, señor alcalde Eder. De hecho, parte del 2024, la
ciudad estuvo llena de agentes secretos de EE.UU., en coordinación con
efectivos de la fuerza pública colombiana en el marco de la COP16 realizada en
Cali. ¡Esto deja mucho que desear, en menos de 20 días, iniciado el año 2025, Cali
cuenta con más de 50 homicidios!
Uno de los factores que se le
cuestiona al alcalde Eder es la metáfora que hacen funcionarios de la fuerza
pública y tránsito haciendo retenes a las afueras de grandes superficies
(supermercados), frecuentados por sus votantes. Su mirada solo está puesta en
sectores del sur y norte de la ciudad; el oriente y la zona de ladera no son de
su interés.
Son
muchos los problemas que asume nuestra ciudad; sin embargo, los caleños nos
queremos, somos un pueblo fuerte y digno, seguimos siendo la tercera ciudad más
poderosa del país. Contamos con cinco de las mejores universidades de Colombia,
tenemos más del 20 % de la industria en el país, somos un sector tecnológico
fuerte, aquí tenemos los mejores hospitales y clínicas.
Cali enfrenta una crisis profunda en distintos
ámbitos, desde la inseguridad que asola sus calles hasta las crecientes
desigualdades sociales que afectan a las poblaciones más vulnerables. En
contexto, la gestión del alcalde Alejandro Eder Garcés, continúa siendo objeto
de crecientes críticas por su falta de efectividad y de respuestas concretas
frente a las necesidades urgentes de la ciudad.
Los indicadores de violencia en Cali siguen siendo
de los más altos del país, con homicidios y atracos al orden del día. Aunque el
alcalde ha prometido implementar estrategias innovadoras para mejorar la
seguridad, los resultados han sido decepcionantes. La sensación de abandono y
desprotección entre los ciudadanos es palpable, y las acciones tomadas hasta
ahora parecen más enfocadas en generar titulares que en resolver el problema de
fondo.
Otro aspecto crítico es la movilidad urbana.
Un tema que afecta diariamente a miles de caleños. La infraestructura vial de la ciudad está en un estado precario, y los embotellamientos son una constante que afecta tanto la productividad como la calidad de vida. A pesar de las promesas de Eder en modernizar el transporte público y mejorar la red vial, ha sido todo lo contrario. A mediados de 2024, el incremento de $ 200 pesos en el valor del pasaje del MIO; y a partir del 1 de enero de 2025, nuevamente el incremento de $ 300 pesos al pasaje para un total de $ 500 pesos en menos de un año. Las obras dejadas por el gobierno de Jorge Iván Ospina las paralizó y otras van a paso de tortuga y, en algunos casos, han quedado paralizadas. Esta situación genera frustración entre los habitantes, quienes sienten que sus demandas no son escuchadas.
En el ámbito social
La desigualdad sigue siendo una herida abierta en Cali, los programas de asistencia y desarrollo social promovidos por la administración local han sido insuficientes y, en muchos casos, mal ejecutados las comunidades más vulnerables continúan enfrentando falta de acceso a servicios básicos como agua potable, educación y salud, mientras que las políticas de equidad parecen estar más en el papel que en la realidad.
Además, la comunicación con la ciudadanía ha sido
otro punto débil; el alcalde Eder ha sido criticado por su falta de cercanía
con los habitantes y por no mantener un diálogo abierto y transparente sobre
las decisiones que afectan a la ciudad. Este distanciamiento contribuye a la
percepción de una administración desconectada de las verdaderas necesidades de
los caleños y el silenciamiento y veto al cual ha sometido a funcionarios.
El manejo financiero del municipio también deja
mucho que desear.
Los recursos públicos parecen diluirse en proyectos poco prioritarios o mal planificados, lo que genera dudas sobre la capacidad de la administración para gestionar de manera eficiente el presupuesto. En un momento en que la ciudad necesita inversiones urgentes en sectores clave, las decisiones de la alcaldía parecen desarticuladas y carentes de una visión a largo plazo.
Señalamientos
hechos mediante la contratación directa con Teveandina – Canal 13 de Bogotá,
por un monto de $7.625.000 millones, un proceso que se concretó en menos de 20
días y luego se paró por falta de transparencia. Poco después, su
administración se enfrentó a una ola de renuncias de altos funcionarios,
evidenciando una preocupación inevitable de su inestabilidad. Entre los
funcionarios que dejaron sus cargos se encuentran Ana Carolina Quijano, Secretaria de Bienestar Social; Jocelyn
Danna Carrillo, Secretaria de Gestión del Riesgo y Desastres; Martha Cecilia
Cala, asesora de Despacho, y Noralba García Moreno, asesora de la Alcaldía.
También
renunciaron Catalina Baquero
Santacruz, jefe de Oficina Privada; Zamandha Aurora Gálvez, jefe de la Unidad
del Departamento Administrativo de Contratación Pública; Lurdes Salamanca, jefe
de la Unidad de apoyo a la Gestión del Departamento Administrativo de gestión
del medio ambiente (DAGMA); Julieta Amparo Rodríguez, jefe de Oficina
Secretaria del Deporte y Recreación; Mónica López Castro, subsecretaria de
Calidad Educativa de Cali; y Julián Valencia Buitrago, jefe de Unidad de apoyo
a la Gestión (DATIC), todo esto en apenas el primer año de su gobierno.
Estas decisiones no solo reflejan tensiones internas, sino también una falta de
cohesión y liderazgo que afecta la capacidad de respuesta.
Contraste
de su campaña electoral
En contraste, las expectativas iniciales que generó Alejandro Eder Garcés durante su campaña electoral eran altas. Con un discurso basado en la renovación y el cambio, prometió un liderazgo más eficaz y comprometido. Sin embargo, el balance de su gestión hasta el momento sugiere que esas promesas se han quedado en palabras vacías.
En última instancia, Cali necesita un liderazgo
fuerte, comprometido y orientado a resultados, algo que lamentablemente no se
ha visto en la administración de Eder. La ciudad enfrenta desafíos que exigen
acción inmediata y estrategias bien estructuradas, pero hasta ahora, la gestión
actual no ha estado a la altura de estas demandas. Es imperativo que se
realicen cambios profundos en la forma en que se aborda la gobernanza local,
porque el futuro de Cali no puede esperar.
Entre
1998 y 2000, el alcalde de derecha de la época, Ricardo Cobo Lloreda, declaró
la emergencia económica del municipio; sin embargo, autorizo la entrega de los
dineros del impuesto predial al Club Campestre de Cali. Luego en 2007, bajo el
gobierno de Apolinar Salcedo Caicedo, tras ser destituido por irregularidades
en la contratación en el sistema de impuestos de la ciudad, asume como alcalde designado
Sabas Ramiro Tafur, favoreciendo los intereses económicos del Club Campestre. Posteriormente
en 2014, ante el cuestionado gobierno de Rodrigo Guerrero Velasco, quien luego fortalecería
el bolsillo del oligopolio económico de la ciudad propietarios del Club
Campestre de Cali, y en 2024, se autoriza, mediante el gobierno de Alejandro Eder,
la devolución de más de $2.242.000 millones a este club de la ciudad el cual (todos
estos exalcaldes acompañaron la campaña a la alcaldía de Alejandro Eder).
Por último, en evento solemne, la Fundación del Club Campestre de Cali fue condecorada con la Medalla Santiago de Cali en el grado “Cruz de Plata” por el Concejo Distrital de Cali, todos estos amigos cercanos del abolengo caleño.
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