En un discurso televisado que generó reacciones encontradas en toda Corea del Sur, el presidente Yoon Suk Yeol, volvió a pedir disculpas al pueblo surcoreano, reconociendo el impacto causado por la reciente declaración de la ley marcial. "Lamento profundamente haber sorprendido y generado ansiedad en nuestro pueblo debido a las medidas adoptadas", afirmó el mandatario, haciendo referencia a los eventos que han sacudido al país en las últimas semanas.
Sin embargo, el tono del presidente cambió drásticamente cuando dirigió sus palabras hacia la oposición política. Yoon acusó a sus adversarios de estar "destruyendo el orden constitucional" y los responsabilizó de empujar a Corea del Sur hacia una "crisis nacional". Estas declaraciones han intensificado las tensiones entre el gobierno y los principales partidos de oposición, que han criticado severamente la implementación de la ley marcial y las recientes decisiones del ejecutivo.
El mandatario no escatimó en calificativos, señalando que la oposición está actuando de manera "irresponsable y peligrosa" al obstaculizar las reformas propuestas por su administración. "Nuestro país enfrenta grandes desafíos internos y externos, y necesitamos unidad, no divisiones provocadas por intereses políticos estrechos", enfatizó.
El discurso se produce en un contexto político y social altamente polarizado. La declaración de la ley marcial había sido justificada por el gobierno como una medida necesaria para mantener la estabilidad ante supuestas amenazas a la seguridad nacional. Sin embargo, la oposición y numerosos sectores de la sociedad civil han expresado su preocupación por lo que consideran un retroceso en los derechos democráticos y las libertades civiles.
En respuesta a las acusaciones del presidente, líderes de la oposición han calificado su discurso de "irresponsable" y "provocador". En un comunicado emitido tras la transmisión, acusaron a Yoon de utilizar el miedo como herramienta política y de intentar desviar la atención de los verdaderos problemas que enfrenta el país, como la desigualdad económica y las tensiones diplomáticas con potencias vecinas.
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